martes, 29 de mayo de 2012
Nunca encontraré a alguien como tú a quien querer.
Te acuestas en tu cama, boca arriba, viendo como pasaba el tiempo ahí fuera, y te paras por un momento a pensar en todos esos recuerdos, esos que tanto duelen, que te animan a seguir, que tanto te hicieron sufrir, pero te detienes de nuevo a pensar en todo lo que viene por delante, un futuro en el que puede pasar de todo, en el que no sabes si puede pasar algo bueno o algo malo, pero miras el lado positivo, e inevitablemente sonríes. La vida es como una sorpresa sin abrir, que aún no sabes lo que va a venir, es como un regalo que no sabes lo que hay dentro, si te va a gustar o no, pero igualmente te lo tienes que quedar. Pero nunca miramos hacía adelante, por que nunca sabemos lo que va a venir, se piensa en los recuerdos, que son algo difíciles de sacar de tu cabeza. Los detalles más insignificantes que son para otras personas, para ti, son como un gran detalle de la persona más inesperada de todas. Te comes la cabeza, en como las personas que están en esos recuerdos se podrán olvidar tan rápido de ellos. No sabes aún si lo recuerdan, pero por toda la impresión que dan, tú crees que ya se han olvidado. Que nunca volverá a pasar por su cabeza esos tiempos. Pero en cambio, hay una cosa que nada ni nadie podrá cambiar jamás, por más que uno quiera, los recuerdos no se olvidan, ni se reemplazan, se aprende a vivir con ellos, sabiendo cambiar los errores del pasado, y rectificarlos en el presente.
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Sonrisas falsas