viernes, 9 de diciembre de 2011
Hemos perdido en un segundo todo lo apostado.
Besarte, rápido, acariciarte, frío, abrazarte, lento, caliente, como un ritmo totalmente frenético. Como esa sensación de apoyarte en el pecho de una persona y oír el latir de su corazón, y que cuanto más te vayas apoyando, más rápido late. Bum, bum, bum. Un ritmo totalmente pegadizo. O incluso cuando acaricias a una persona, y la piel de ella se pone de gallina, y por todo su cuerpo corre un pequeño escalofrío. Sensaciones únicas que no cambiarías por nada. Un abrazo, justo en ese momento en el que más lo necesitas. Aquella simple sonrisa que te pinte el mundo de miles de colores, haciendo que todo se vuelva mucho más fácil. Esas cosas que vale la pena vivirlas, las que te dan el sentido de la vida.
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Sonrisas falsas