Distancia. Kilómetros. Lejos. Él. Nosotros. ¡Qué duele coño!
Aunque no os deis cuenta, jode, y bastante. Querer tenerle entre mis brazos todos los días, saborear sus labios y rozar mi lengua con la suya. ¿Que más me dará a mi que una distancia nos separe? ¿Por eso no le puedo querer o qué?
Necesidad. Si. Eso siento todos los días cada vez que veo a parejitas de esas que quizás ni ellas mismas se querrán de verdad. Y lo echo de menos. Y a kilómetros de él, de poder hacer lo que ellos hacen, pero sintiéndolo como nunca nadie lo había sentido.
Y si no estáis en mi piel, ninguna de vosotras sabéis lo que siento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sonrisas falsas