domingo, 20 de mayo de 2012

El día que dejé de quererte, se habrán acabado los Lunes.

Son ganas incontrolables de perderse en un cigarrillo, en cualquier humo de algún bar, y de encontrarse en una botella de alcohol. Ganas de olvidar, de caerse y levantarse, de sonreír y llorar. Mirando a las estrellas me doy cuenta de que acabo de perder todo el sentido de mi vida, de que ya no tengo razón, ni la voy a tener nunca. Me enteré de que ya ni las estrellas brillaban, ya que él no era todo lo feliz que yo quise que fuera. Escuché por ahí que habían perdido su brillo ese especial, y que la Luna ya no tenía esa cara tan feliz que tenía en las noches de Luna llena. Que todo en el cielo había agotado toda su existencia. Ya no había nubes donde encontrarse, ni si quiera había tormentas para refrescarse. También, oí, que perdió su independencia, y que ahora le da a las drogas. No soy nadie en su vida ya, no puedo echarle la culpa en nada. Solo puedo esperar a que algún día vuelva, y me digan que todo lo anterior eran habladurías.

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Sonrisas falsas