domingo, 20 de mayo de 2012

Me siento estúpida por haber abandonado todo.

Recuerdo aquella risa como si estuviera pasando ahora mismo. Me acuerdo perfectamente de la sonrisa, y de la bocanada de aire que cogiste después de todo lo anterior. Aún noto el humo del cigarro saliendo de tu boca,  y aún te sigo viendo a ti dando unas largas e interminables caladas. Escucho en muchas noches frías tu voz rencorosa, odiosa.
+¿Por qué has cambiado tanto? Antes no eras así.
-Es lo que toca chaval.
Yo respondí sin más. Sin ni si quiera percatarme de aquella frase que me había dicho. Yo no había cambiado, ni mucho menos, era la misma. Estaba llena de miles de corazas, de odio, rencor, falsas sonrisas y miles de lágrimas que me he tenido que tragar. Construí miles de capas alrededor de mi corazón, gracias a todo el daño que me había echo él y sus acciones estúpidas. Recogí los trozos que estaban repartidos por el suelo de mi alma, y la reconstruí con muchas falsedades. Me tomé un antibiótico difícil de formular, que me hizo olvidar a aquella niña tonta, sonriente y feliz. La dejé completamente abandonada en alguna parte de mi alma destrozada. Y a no ser que los demás no quieran, ella jamás va a volver.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sonrisas falsas