domingo, 1 de julio de 2012

Aprendí a hacerle caso a mis miedos, antes que a mi corazón.

Yo siempre he tenido miedo a algo. Siempre, siempre, siempre. De pequeña, cuando me ponía mala, me daba miedo ir al hospital y los médicos, pensaba que me iban a pinchar y me iban hacer mucho daño. Continuaba con mi miedo a la oscuridad, a dormir sola, al coco... A todo lo que conllevaba estar dormida yo sola a oscuras en mi habitación, por eso, estuve con mi miedo hasta los siete años, mientras que todas las noches, dormía con mi madre. Mi miedo más odiado desde que era pequeña, era, perder a mi madre. Está bien, quizá no nos tratemos bien muchas veces y nos digamos cosas feas, pero, es mi madre... ¿Qué sería de  mí sin ella? Nada. Muchas noches que no podía dormir, iba a su cama, me acurrucaba a su lado y cogía su mano, empezaba a acariciarla haciendo pequeños dibujos con mis dedos, a lo que ella se reía, se despertaba y me daba un beso, abrazándome. Todas las noches era la misma rutina de siempre. Yo siempre tuve miedo a los bichos voladores, y a los bichos en sí. Odiaba a las avispas y a las arañas, a todo animal pequeño con alas o sin alas. Repugnantes. Cuando era algo más mayor, mi mayor miedo comenzó a ser mis amigos. Llegué a un colegio nuevo, donde, unos chicos se metían conmigo, y me llamaban cosas como 'gorda, asquerosa, fea..' No pude hacer nada frente a sus ofensas, ya que yo, era solo una niña. Intentaba defenderme insultándoles también, pero, me di cuenta, de que eso, era bajarse a un nivel muy inferior. Al cabo de los años, cuando llegué a la E.S.O encontré a la mejor amiga que se puede tener. De esas que te escuchan, que te quieren y no contarían nada de tu vida a nadie, por mucho que la obligaran. Pero, junto a la E.S.O de frente, vinieron más, más y más miedos, pánicos y odios. Cogí miedo a enamorarme tan pequeña, a sentir cosas que nunca había sentido. Cogí más miedo aún a perder a mi amiga, a quedarme sola. Y, el mayor miedo de todos, el que llevaba en cabeza a todos los demás, era, que se volvieran a meter conmigo por mi físico. No pude hacer nada por ninguno de ellos, por que, al fin y al cabo, solo sucedió el primero. 'El primer amor'. Lo llamaban. 'Una mierda de amor'. Lo llamé yo. Él se fue, y me dejó sola. En aquellos tiempos que estuvimos juntos, no tenía miedo a nada, solo a perderle, a que encontrara una mejor que yo y se fuera. Tan solo eso. Lo encontró, mi miedo se cumplió. Al cabo de los meses aprendí a hacerme fuerte con tan solo ser una cría, a montarme miles de corazas frías y bordes al rededor de mi y de mi corazón, para que nada, nunca y nadie entrara ahí. Estaba prohibido. Pero, claro... Siempre llega alguien que con sus palabras y hechos va rompiendo tus corazas, va descubriendo como eres tú en realidad y no la fachada que pretendes dar. Va sabiendo como son tus sonrisas sinceras, y tus lágrimas más traicioneras. Y quién lo iba a decir, que mi miedo en ese momento era que algo nos separara, sabiendo que algo ya lo hacía, y, contra la hija de puta esta, yo no podía hacer nada. Era una guerra constante ya fracasada. 335 kilómetros nos separaban. Me estaba enamorando, lo notaba. Completamente pillada, también, lo notaba. Era lo más bonito que me podría haber pasado después de mi primer amor, y, qué le voy a hacer... Si mis miedos aún seguían ahí, azotándome mi cabeza como si de un balón se tratará, diciéndome constantemente 'No lo hagas, te equivocarás' 'Acabará dejándote sola como hizo el otro' 'Llorando no solucionarás las cosas' 'Olvida, venga'. Cosas así. No les hice caso, no quería hacérselo. Había sufrido demasiado por culpa de ellos, y no pretendía dejarles ganar la partida, no. No esta vez. Unos meses maravillosos, aunque aun nos separara la distancia, pero no nos importaba. Es decir, sí, pero lo dejábamos como parte secundaria de la relación. Muchos meses después, me abandonó. ¡MIS PUTOS MIEDOS VOLVIERON A TENER RAZÓN! Como una tonta me enamoré, creyendo que está vez iba a ser diferente. Me equivoqué, de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sonrisas falsas