domingo, 28 de octubre de 2012

Todo esto se rompe, sin que tú te des cuenta.

No recuerdo bien aquello.
Recuerdo su sonrisa medio tirada por los suelos. Sus ojos rojos, cansados de tanto llorar. O de tanto fumar, no sé. No me llegaba bien la vista. La luz le daba de lleno, podía ver esas ojeras que llevaba escondiendo durante tanto tiempo. Me di cuenta de que algo dentro de mí gritaba "salvale". El problema, mi problema es que. Lo hice. No sé si él lo hubiera echo conmigo. No sé ni si quiera si haberle encontrado tirado en ese banco era causa del destino o del dolor que sentía dentro de mí.
Quién sabe.
Le llevé hasta su casa, le dejé en el portal, de pies. Me miró a los ojos. No habíamos cruzado ninguna palabra, ni creo que hiciera falta. Me puse mis cascos, empecé a andar. Le escuché gritar algo.
No quise girarme, no quise mirarle más.
Nunca me atreveré a preguntarle.

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Sonrisas falsas