''Nunca me olvides'' me susurró antes de irse. '¡No lo haré!' grité yo mientras el iba andando sin mirarme. Pasaron los días, meses, incluso años, y como el dijo, nunca lo olvidé. Un día como otro cualquiera, estaba tumbada en el sofá, a punto de irme al instituto. Tocaron a la puerta. 'Mamá, seguro.' pensé. -¿Sí? +Abre, a lo mejor me reconoces por la voz. Y de repente una sonrisa se colocó en mi cara. Una sonrisa como ninguna otra. Abrí, por su puesto, y me tiré a sus brazos. Le besé, abracé, y acaricié. Le eche tanto de menos durante estos 3 años. El tampoco se había olvidado de mi, y eso de alguna forma o de otra, me tranquilizaba.
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Sonrisas falsas