domingo, 21 de octubre de 2012

Hermoso pero a la vez asqueroso desastre.

Incapaz de mirar hacía delante, hacía aquel desastre. Vacía. Sus ojos estaban desgastados y rojos, de tanto llorar y fumar constantemente. El alcohol ahogaba sus penas, pero no tanto como lo hacía él. Le engañó, haciéndola creer que esto era París. Aunque solo fuera un Madrid triste y oscuro, que se nublaba cada vez que la veía llorar. Y lo hacía muy a menudo. Iba rota por fuera y por dentro, cansada de disimular su repugnante pasado. Con los tacones en la mano y la sonrisa. Falsa, está claro.
Su voz sonaba triste, sonaba deshecha. Desaliento. Quería aprender a no sentir nada por aquél chico. Quería estar tan completamente vacía, que no sintiera las punzadas de su corazón.
La verdad es que solo la dolía cuando latía, así que, tan mal, no estaba. O eso creía. Echa pedazos aún, consiguió salir de su espiral de catástrofes. Dolorida y marcada. Cicatrices aún sangrando.
Escuchó un último sonido de su voz, un 'aún te llevo en vena' y se quedó allí. Tirada. En su sofá, con la botella en la mano, el rimel por toda su cara y su sonrisa aún bien puesta.

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Sonrisas falsas